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Es de nuestra sangre y lo queremos a más no poder más. Emilio Barco escribe el prólogo del libro «Venta de vino. Principios prácticos para la atención al cliente”, publicado por Esic Editorial.

Escrito por nuestros amigos Yolanda Sierra, Cristina Olarte, Emma Juaneda y Jorge Pelegrín, cuatro profesores de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de La Rioja que investigan sobre el comercio, las ventas, el marketing del vino y el comportamiento del consumidor.

MUY FANS de Emilio.

¡Qué hago escribiendo el prólogo de este libro! Si soy agnóstico del marketing, ya que sin negar su existencia lo considero inaccesible para mi entendimiento y soy, además, analfabeto enológico ya que mi escala cromática, de olores, sabores y retrogustos se reduce a algo tan elemental como esto: no me gusta, cojonudo y ¡gloria bendita! Por terminar de presentarme, no me identifico con ninguno de los tipos de consumidores de vino que aparecen en la tabla del apartado 3.1.2 y mire que me hubiera encantado ser “el alma de la fiesta” sobre todo por lo de la edad media.

Siendo así de raro he aceptado prologar este libro porque al leerlo pensé que la próxima vez que vaya a comprar vino me encantaría que me atendiera alguien que hubiera aprendido con él, sencillamente porque me gusta el vino y el acto de comprarlo es importante para mí, aunque no sé si el vendedor lo tendría fácil para situar mis apetencias en un momento aperitivo o en uno romántico, porque tampoco en esto me ajusto a reglas. Bebo vino cuando me apetece: en el bar con los amigos o solo y en casa en cualquier momento del medio día o del atardecer pero nunca en las comidas. Y bebo el vino que me apetece, preferentemente tranquilo y joven aunque tampoco le hago ascos a un cava, ¡y si es rosado, ni te cuento!, a un crianza o a un vino de hielo que me deja sensación de dulce para toda la tarde.

Algunos amigos me regalan sus vinos y los disfruto y agradezco regalando yo, a su vez, ora unos tomates, ora un cardo, dependiendo del estado en el que se encuentre mi huerta. Ocasionalmente compro vino. He visto en este libro un interesante cuadro que recoge las variopintas respuestas a la pregunta ¿Qué beneficios buscan los clientes del vino? Yo se lo pongo fácil: alegría, placer y salud, son los efectos secundarios deseados al beber vino.

También he leído que Usted, vendedor, debe andarse con tiento en esas cosas de precio y de presupuesto al tratar con el cliente. Sigo siendo raro: si estos efectos secundarios me los proporciona ese clarete de mi cooperativa o aquel tinto de la Sonsierra castellana que compré por poco más de dos euros aparte Usted de mí, querido vendedor, esa botella de cincuenta o más euros, aunque al descorcharla, además de un vino de categoría ¡gloria bendita! entren en mi casa las laderas de la sierra más empinada, los lagares rupestres, una par de mulas tirando del borracho enganchado al collarón, un enólogo en amena charla con un sumiller, una subscripción a una revista de vinos y gastronomía, un curso intensivo de cata y la boina de mi abuelo en convivencia con las técnicas más modernas del diseño y de la mercadotécnia, …. No tengo terruño para tanto.

No sé si aplicará Usted conmigo, cuando ahora cruce el umbral de su puerta abierta y entre en su casa, la técnica que aquí llaman, “Hook, line and sinker” pero le aseguro que conmigo le funcionará, porque me gustan los principios con sorpresa, los finales que inviten a la acción y los “en medio” con historias que emocionen. Al menos me gusta en los libros y en la vida, de su aplicación en las ventas no tenía ni idea. En este rato que llevamos juntos soy consciente de que ya me ha podido Usted encasillar en el tipo de cliente “económico” o peor, en el de “charlatán” pero me da igual, porque creo que ya sabe lo que quiero y lo veo metiendo las botellas en esa caja colorida que me gustó desde que la vi al asomarme al interior, desde el ventanal del escaparate, antes de cobrarme y desearme una buena tarde, porque todo esto y mucho más, forma parte de la cultura del vino, esa que Usted contribuye a mantener vendiendo, tan agradablemente y yo bebiendo, tan ricamente. Como contribuyen mis compañeras y amigas escribiendo estos principios prácticos para la atención al cliente en la venta del vino, sin los cuales Usted y yo nunca nos hubiéramos conocido, para nuestra desgracia y la del vino.

 

A la venta el libro aquí: ESIC y FNAC

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